Juan de Timoneda-El campesino y los pasteles




Una vez fue un campesino a la ciudad. Y se encontró con un grave problema. Solamente tenía veinte pesos, y les estaba doliendo una muela. El campesino pensaba: “Si me saco la muela y pago al dentista, no puedo comer; si lo gasto en comer, me seguirá doliendo la muela”.

Estaba el buen hombre con estos pensamientos cuando fue a pararse enfrente de una pastelería. Allí se quedó largo tiempo mirando embobado los pasteles, hasta que pasaron por allí dos muchachos y le dijeron para burlarse:

-          ¿Cuántos pasteles te atreverías a comer en una comida?
-          ¡Hombre, me comería quinientos!
-          ¡Quinientos! ¡Dios nos libre!
-          Pues de qué poco se asustan ustedes – y de esta forma comenzaron a discutir, ellos diciendo que no y él insistiendo que sí.
-          ¿Qué apuestas? – dijeron los muchachos.
-          Pues… si no me los como, me dejo sacar esta muela – y el campesino señaló la que le dolía.

Los muchachos aceptaron alegres la apuesta.

El hombre comenzó a comer y, cuando ya no tenía más hambre, dijo:
-          He perdido, señores.

Entonces llamaron a un dentista y le sacaron la muela.

Los muchachos se reían diciendo:
-          Miren a ese tonto, que por hartarse de pasteles deja que le saquen una muela.

Entonces les respondió el campesino:

-          Más tontos son ustedes, porque gracias a esta apuesta he matado el hambre y, además, me han sacado una muela que me había dolido toda la semana.


Fuente: SEP. Español. Quinto Grado. Lecturas (1972).

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