Niveles de organización de los seres vivos




Al estudiar un ecosistema, los organismos que lo forman se pueden considerar como individuos, poblaciones o comunidades.

Los individuos son cada uno de los seres considerados como unidades independientes, con características propias.

Las poblaciones están formadas por individuos de una misma especie, que viven juntos en un mismo lugar. Una población tiene individuos con diferencias de edad, tamaño, sexo, color, entre otras características.

Al formar parte de la naturaleza, cada población establece una serie de relaciones e intercambios entre sí y con los individuos de otras especies, compitiendo a veces por territorio y alimento; también se vincula con el medio que le rodea, intercambiando energía. El equilibrio de la naturaleza se mantiene gracias a estas interrelaciones.

El crecimiento de una población depende de muchos factores, entre ellos la adaptación de la especie al medio (temperatura, luz, agua, vientos) y su capacidad de obtener alimento (plantas y otros animales), su lucha por la sobrevivencia, compitiendo por su sustento o el espacio, y su relación con los demás organismos.

Las poblaciones no viven solas sino en contacto con otras. Ello da origen a la formación de una comunidad, integrada por diversas poblaciones de especies que comparten un mismo territorio.

A fin de sobrevivir, los organismos de una comunidad se relacionan para obtener alimento y protección, o incluso para reproducirse. Este tipo de relaciones pueden darse entre individuos de una misma especie o entre dos o más especies distintas.

Las cadenas alimenticias, las enfermedades y las alteraciones del ambiente influyen en el tamaño de las poblaciones. Los seres deben adaptarse a los cambios para sobrevivir, o de lo contrario estarían condenados a desaparecer.

La naturaleza constantemente busca el equilibrio. Existen animales que para alimentarse necesitan matar a otros; éstos son los depredadores, y tienen una importante función en el equilibrio ecológico al mantener dentro de ciertos límites, en un área determinada, el número de individuos de otras especies que con sus presas.

Cuando por alguna causa cierta población crece demasiado, se convierte en una plaga que amenaza el equilibrio. La escasez de alimentos y de territorio, así como las enfermedades y los depredadores, impiden y obstaculizan su crecimiento.

El equilibrio natural ha sido roto por el ser humano a causa de la tala inmoderada de árboles y el abuso de productos químicos, provocando la contaminación y la muerte de muchas especies. La destrucción de extensas áreas verdes para construir carreteras y presas figuran entre algunas de las actividades humanas que han desestabilizado el equilibrio ecológico.

Las demandas alimenticias del hombre, en constante crecimiento, han ocasionado la destrucción de ecosistemas a fin de habilitar nuevas tierras para el cultivo y la ganadería; sin embargo, la humanidad debe aprender a convivir con la naturaleza y a respetar su equilibrio, antes que ponga en peligro su propia existencia como especie.


Fuente: Supertareas (Editorial Fernández Editores).

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