El rosario




El rosario es un ritual de oración, que proviene de una antigua tradición. Aunque se practica en distintas ramas del cristianismo, tiene especial importancia en el catolicismo. Muchos beatos, santos y Papas – incluso, se dice, la mismísima Virgen – han testificado sobre su carácter milagroso y confían en él como uno de los métodos más efectivos y milagrosos para comunicarse con la divinidad.


Origen.
Durante los primeros siglos del cristianismo, los monjes acostumbraban rezar los 150 salmos bíblicos. Sin embargo, los fieles, que en su mayoría no sabían leer, no podían orar de este modo. Por ello se instauró la costumbre de que en su lugar rezaran 150 avemarías, ritual que llegó a conocerse como el Salterio de la Virgen. Con el tiempo, para llevar la cuenta de las oraciones hechas, la gente comenzó a hacer nudos en una cuerda, o bien, a ensartar cuentas en un hilo. Así surgió el rosario, que data de aproximadamente el año 800; en su testamento Lady Godiva (1040 – 1067) se refiere a sus “preciosos abalorios”, que usaba para llevar la cuenta de sus rezos. Cabe notar que en otras religiones, como las de la India, existe la costumbre de rezar con cuentas desde al menos tres siglos antes de Cristo.

Respecto a su nombre, proviene del latín rosarium, que significa ‘lugar de rosas, rosaleda’. Se debe en primer lugar a que tradicionalmente – quizá desde el siglo V – se ha asociado a la Virgen María con las rosas, que para algunos místicos cristianos son símbolo del martirio. A la Virgen se le ha llamado “rosa mística”, “rosa entre espinas”, etcétera, y no es extraño ver retratos de ella acompañada de dicha flor. Desde la Antigüedad, la rosa ha sido asociada con la divinidad y el misticismo; con aquello que es hermoso y secreto, pero no en el sentido hermético u oculto, sino de aquello que se muestra por revelación, lo que se conoce como “misterio” en el cristianismo. En la Edad Media el simbolismo griego y romano se extendió al cristianismo: mientras que para los primeros la rosa reflejaba los atributos sexuales, amatorios y fértiles de Venus – Afrodita, para el segundo se convirtió en signo de amor, maternidad devota y pureza.

Es probable que el rosario deba a su nombre a una alusión espiritual, como si al rezarlo uno accediera a los “jardines del alma”. Otras teorías apuntan simplemente al material: los primeros rosarios se fabricaron con palo de rosa – un tipo de árbol y madera –, o con rosas secas. En la actualidad las cuentas del rosario están hechas de distintos materiales como hueso, vidrio, madera, plástico o piedras semipreciosas. Aunque es un objeto común, para los católicos tiene un valor ritual y no debe portarse como adorno, debido a su supuesto poder divino.

Instauración del Culto.
Según la tradición católica, la Virgen María se le apareció a Santo Domingo (1170 – 1221) después de tres días y tres noches de oración. Llevaba en la mano un rosario, y le dijo que le concedería gracias a quien lo rezara en su nombre. Entre las promesas que le dio están la protección, el libramiento de los vicios, desgracias y herejías, el cultivo de la virtud, la bienaventuranza y la gloria eterna. Un testimonio similar ofreció en 1917 Lucía dos Santos, una de las niñas que afirma haber visto a la Virgen de Fátima: según su relato, la Virgen se nombró a sí misma la Señora del Rosario y la instó a predicar su rezo.

En el catolicismo se le atribuyen al rosario milagros como la victoria cristiana frente a los otomanos en la Batalla de Lepanto en 1571, cuando el Papa Pío V organizó un rosario público dedicado a Nuestra Señora de las Victorias, a quien años después, el Papa Gregorio III renombraría Nuestra Señora del Rosario, cuya fiesta se celebra el 7 de Octubre. Existe evidencia del uso del rosario, tanto para Avemarías como para Padrenuestros desde la Edad Media, y su devoción se estableció oficialmente en 1569. Desde el siglo XVII se aprecia la inclusión del rosario en el arte católico. También comenzaron a aparecer basílicas, iglesias e incluso poblaciones dedicadas al rosario en todo el mundo.

El Santo Rosario.
Configuración.
La estructura del rosario es una celebración del Evangelio, ya que cada uno de sus misterios o secciones recuerda partes importantes de la vida de Cristo. La disposición del rosario permaneció prácticamente intacta entre los siglos XVI y XX. Fue en 2002 que el Papa Juan Pablo II agregó los llamados misterios luminosos, para sumar un total de 20 misterios, cinco por cada uno de los cuatro tipos.

Cómo se reza el rosario.
·         Al inicio se toma la cruz, se hace la señal de la cruz y se reza el acto de contrición.
·         Al anunciar cada misterio se reza un Padrenuestro.
·         Por cada una de las diez cuentas de cada misterio se reza un Avemaría y, al terminar, un Gloria.
·         Al final se reza un Salve.

Misterios del rosario.
Tipo
Día de la Semana
Misterios
Gozosos
Lunes y Sábado
Anunciación, visitación, nacimiento, presentación, niño hallado en el Templo
Luminosos
Jueves
Bautismo, Bodas de Caná, Anuncio de Conversión, Transfiguración, Eucaristía
Dolorosos
Martes y Viernes
Huerto de los Olivos, Flagelación, Corona de Espinas, Vía Crucis, Crucifixión y Muerte
Gloriosos
Domingos y Miércoles
Resurección, Ascensión, Venida del Espíritu Santo, Asunción y Coronación de la Virgen

Controversia.
En algunas religiones la repetición de una palabra, fonema o frase tiene un valor espiritual sagrado. Así, en el hinduismo los mantras, que tienen al menos 3 mil años de antigüedad, son frases cuya reiteración lleva a quien ora a detener el pensamiento, lo cual le facilita llegar a un estado místico. Se cree que la repetición de un mantra libera al pensamiento de contenido, acercando al creyente a la divinidad. Según el catolicismo, la oración no es equivalente a meditar, sino una “alianza entre Dios y el hombre en Cristo”. Es un impulso del corazón, es colocarse frente a la divinidad de forma espontánea para pedir o agradecer una gracia o para rendir alabanza. Mientras que en algunas religiones orientales la oración consiste en recitar una fórmula para vaciar la mente de pensamiento, en el Evangelio se habla específicamente contra la oración autómata: “Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos. No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosa tenéis necesidad, antes de que vosotros le pidáis” (Mateo 6: 7-8).


Esta delicada contradicción ha sido respondida por los teólogos católicos desde hace siglos. En su clásico libro ‘El secreto del rosario’, el francés san Louis de Montfort afirma que lo importante no es el número de repeticiones sino la devoción, fervor y respeto con los que se pronuncien. La doctrina afirma que el rosario debe rezarse de forma contemplativa, encomendándose al Espíritu Santo, invocando a la fe y en comunión con Cristo, mientras se recuerda el amor maternal de María. “Sin contemplación el rosario es un cuerpo sin alma”, dice el Catecismo de la Iglesia Católica.


Fuente: Revista Algarabía No.123.

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