El maguey




Los dioses se sintieron muy satisfechos cuando los hombres ya tenían el alimento. Creyeron que ya habían terminado su obra, pero vieron que los hombres estaban tristes y un dios dijo:

- Debemos hacer algo para que el hombre se alegre, y cante y baile y sienta amor por la tierra.


Escuchó aquello Quetzalcóatl y recordó a una hermosa doncella llamada Mayáhuel, quien vivía con su abuela y otras diosas.

Quetzalcóatl fue en su busca, pero cuando llegó, todas estaban dormidas. Despertó a Mayáhuel y le dijo:

- Vine a buscarte para que vayas conmigo al mundo.

Mayáhuel se levantó, muy lentamente, para no hacer ruido y no despertar a su abuela ni a las otras diosas. Entonces, Quetzalcóatl, dios del viento, la puso en su espalda y bajaron los dos a la tierra.

Cuando llegaron, de inmediato tomaron la forma de un árbol que tenía dos grandes ramas. Una era Quetzalcóatl y la otra Mayáhuel.

Mientras tanto, la abuela de Mayáhuel, despertó de su sueño y al no ver junto a ella a su nieta, la buscó por todos lados: Gritaba y gritaba, pero la joven diosa no apareció.

Entonces la vieja guardiana, llena de ira, les habló a todas las diosas que vivían con ella, las cuales se llamaban Tzitzime, “fantasmas”, para que con su astucia la ayudaran a encontrar a su nieta. Todas unidas bajaron en busca de la doncella y del dios del viento, su raptor.

Cuando las diosas tocaron la tierra, se fueron por los montes. Unas por aquí, otras por allá, y no encontraban nada. Ya un poco cansadas decidieron sentarse y llegaron justo al árbol de las dos ramas. Mayáhuel vio a su abuela y a las diosas tan furiosas que empezó a temblar de susto e hizo que las ramas se desgajaran.

La vieja abuela, sorprendida, volteó de inmediato hacia las ramas y reconoció a su nieta. Tomó la rama y llena de furia la destrozó. Luego dio a cada una de las diosas un pedacito para que se lo comieran y después regresaron al cielo.

La rama de Quetzalcóatl no fue tocada ni por la vieja ni por las diosas. Quedó ahí, abandonada, y apenas se habían ido todas, Quetzalcóatl recobró su antigua forma, y comenzó a recoger los huesitos que habían escupido las diosas y que estaban esparcidos por la tierra y los fue enterrando por los campos.

De ellos brotó una planta llamada maguey, que abre sus aspas al viento y cuando éste sopla la hace cantar en agradecimiento a Quetzalcóatl y produce un vino blanco que beben los hombres.

Vino blanco y deleitoso y que si embriaga, no es por el mismo, sino por la preparación llama pulque. Vino que deleita y alegra.


Fuente: Nélida Galván – Mitología Mexicana para niños.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

La recomendación del momento

Los Autootorgamientos de los Hijos de Dios Paradisiacos

El Hijo Eterno es el eterno Verbo de Dios. El Hijo Eterno es la expresión perfecta del “primer” pensamiento absoluto e infinito de su Padre ...

Lo más popular de la semana