Agricultura orgánica y el valor de una etiqueta






¿Por qué se han puesto de moda las frutas y verduras orgánicas? ¿Es verdad que si “no usan pesticidas son más nutritivas y tienen mejor sabor”, como ostentan sus defensores? He aquí un estudio de esas ideas bajo el estudio de las evidencias científicas que existen hasta el momento.


Durante 2013, la industria orgánica obtuvo ganancias por más de 63 mil millones de dólares. Estas ventas representan un alza importante en el mercado de este tipo de productos, ya que debido a la crisis económica se había registrado una contracción en sus ventas desde 2008.

Una encuesta realizada en Reino Unido determinó que 95 % de quienes compraban frutas y verduras orgánicas lo hacían para evitar los pesticidas y aditivos – las sustancias químicas – y 72 % consideraba que tienen mejor sabor que las de producción convencional. Por otra parte, en unas encuestas realizadas en Facebook y Twitter, arrojaron resultados similares: los productos orgánicos tienen – según sus consumidores – mejor sabor y no contienen pesticidas o herbicidas. Sólo una persona mencionó prácticas agrícolas más amigables con el medio ambiente.

¿La agricultura orgánica no usa pesticidas?
Por irónico que parezca, la respuesta es que eso no es cierto. Hay que ser absolutamente claros: La agricultura orgánica sí utiliza pesticidas y herbicidas. La única diferencia con la agricultura convencional es que los pesticidas y herbicidas que usa son de origen natural. “Ah bueno. Si no usa pesticidas sintéticos y sólo usa pesticidas naturales, entonces deben ser mejores, ¿No?”, dirán algunos: la respuesta es no. Los pesticidas – sean naturales o sintéticos – son compuestos químicos y por lo tanto su peligrosidad o toxicidad no dependen de su origen, sino de su estructura química. De hecho, los dos compuestos químicos más tóxicos que conocemos – la toxina botulínica y la tetanospasmina – son de origen natural. En Chile, es el Servicio Agrícola y Ganadero – SAG – el que regula a la agricultura orgánica. En su página web pueden encontrar un listado de todos los productos químicos que están aprobados en ese país para la agricultura orgánica, incluyendo el sulfato de cobre y la rotenona. Esta última sustancia es producida por las raíces de algunas plantas y es un efectivo pesticida. Como es de origen natural, se pensó que debía ser segura. Sin embargo, se ha descubierto que tiene una gran toxicidad en animales, pudiendo llegar a causar síntomas similares al Parkinson en ratas. En Europa la rotenona está prohibida; en los Estados Unidos fue prohibida en 2008, pero se autorizó nuevamente su uso en 2012.

¿La comida orgánica es más nutritiva?
Ricardo Uauy, investigador del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria – Argentina – y Premio Nacional de Ciencias Aplicadas – Chile, 2012 –, llevó a cabo un muy citado estudio que compara las características nutricionales de los cultivos orgánicos y los convencionales. En un trabajo publicado en 2008, él y su grupo revisaron sistemáticamente 162 artículos publicados entre 1958 y 2008 en los que se comparaban cultivos orgánicos y convencionales. En total, hicieron 3558 comparaciones en el contenido de nutrientes y no se encontró ninguna diferencia. Fredhelm Schmider, director general de la Asociación de Protección Agrícola Europea, declaró: “Ésta es una gran noticia para los consumidores. Prueba que el 98 % de la comida que consumimos y que es producida por la agricultura tecnificada, es igualmente nutritiva que el 2 % que es producida de manera orgánica”. Joseph Rosen, profesor emérito de Toxicología de la Universidad de Rutgers lo dijo de manera aún más clara: “Cualquier persona que compra productos orgánicos creyendo que son más nutritivos está tirando su dinero”.

En un estudio similar llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Stanford se llegó a las mismas conclusiones, recalcando que sólo pudieron hallar como potenciales beneficios del consumo de comida orgánica una menor exposición a:

·         Pesticidas sintéticos, lo que no tiene ninguna ventaja, por lo explicado anteriormente.
·         Bacterias que podrían llevar genes de resistencia a antibióticos, por el uso de éstos en algunos sistemas de producción animal, no así en el caso de frutas o verduras.

¿La comida orgánica sabe mejor?
Este punto es tremendamente complejo, ya que la percepción del sabor puede ser muy subjetiva. Y es justamente este aspecto el que es explotado por la industria orgánica a través del uso de etiquetas y un efecto psicológico llamado “efecto halo”. En un estudio – que debería aparecer en todas partes –, investigadores de la Universidad de Cornell idearon un experimento que les permitió demostrar que el solo hecho de que un alimento lleve la etiqueta “Orgánico” afecta de forma considerable la percepción de los consumidores respecto del sabor, contenido calórico, de nutrientes ¡E incluso de cuánto estarían dispuestos a pagar! Para esto, usaron galletas, yogurt y papas fritas – chips – orgánicas y les cambiaron la etiqueta por una que decía “Convencional”. Luego, les pidieron a 115 voluntarios que comieran ambos tipos de producto, el orgánico marcado como orgánico y el orgánico marcado como convencional. Los resultados fueron impresionantes.

De manera consistente, los consumidores señalaron que los productos marcados como orgánicos sabían mejor, les pareció que tenían menores calorías y estarían dispuestos a pagar hasta 25 % más por ellos. Los productos eran exactamente iguales, pero el simple hecho de poseer una etiqueta que decía “Orgánico” alteró totalmente su percepción. ¿Por qué demonios pasa esto? Bueno, se trata de un efecto psicológico llamado “efecto halo”, en el que una característica positiva de una persona o cosa irradia a otros aspectos. En este caso, “si es natural, es bueno”. Y no sólo es bueno, también “sabe mejor y estoy dispuesto a pagar más por él”. ¿Por qué es tan importante para nuestros cerebros que algo sea natural? Para nuestros cerebros, lo natural es por fuerza sano y seguro, mientras que las cosas sintéticas son extrañas o potencialmente peligrosas. Este efecto halo también funciona de manera negativa y explica en parte la aversión de muchos a los cultivos transgénicos, ya que al considerarse sintéticos son percibidos como peligrosos.

Corolario: ¿Los cultivos orgánicos son nocivos?
No, de ninguna manera. No se trata de satanizar a los cultivos orgánicos y decir que son malos. La agricultura orgánica consiste en una serie de técnicas que permiten desarrollar un tipo de cultivo que pretende ser más sustentable y amigable con el ambiente; el problema es que muchos de sus preceptos no están apoyados por la evidencia científica, como que el uso de sustancias naturales sea mejor para el ambiente o salud.

Un estudio realizado en Francia señala que en general los consumidores de comida orgánica tienen un perfil saludable – pocos son fumadores, muchos son deportistas – y de altos ingresos. El efecto halo explica el primer punto; el costo el segundo. Por otro lado, la agricultura orgánica no es una forma de agricultura que pueda alimentar al mundo. Un estudio publicado en Nature señala que, en promedio, la agricultura orgánica necesita un 25 % más de tierra para producir lo mismo que la agricultura convencional.

Hay personas que prefieren los cultivos orgánicos porque vienen bien presentados y se ven limpios. De hecho, mucha gente no lava las lechugas orgánicas porque piensa que son más limpias. Eso es muy peligroso y ya conocemos el caso de los brotes de frijoles orgánicos alemanes que en 2011 causaron la muerte de 50 personas al estar contaminados con bacterias. ¿De dónde salieron las bacterias? Del más natural de los fertilizantes: la caca de vaca. Eso no venía en la etiqueta.



Fuente: Revista Algarabía No.123.

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