Teoría de las tasas de interés









El interés es un pago por el uso del dinero. La diferencia entre la teoría tradicional del interés y la teo­ría monetaria del interés de Keynes es un aspecto fundamental de la diferencia entre las teorías económicas del empleo total y las teorías económicas del empleo menor que el total. Por teorías económicas del empleo total queremos decir un análisis económi­co que supone que no hay recursos involuntariamente parados, de forma que un aumento en la producción de una cosa implica necesariamente la retirada de recursos de otro empleo. Si hay que aumentar la inversión, por ejemplo, esto solamente puede hacerse si se retiran los recursos del empleo en las industrias de bienes de consumo. Si puede inducirse a la gente a esperar algún tiempo para consumir, pueden ser desplazados recursos de la producción de bienes de consumo a la producción de bienes de inversión en una cuantía correspondiente a la reducción en el gasto para bienes de consumo. El aliciente que se paga para con­seguir que la gente desista del consumo presente es el interés, el pago de la espera. Dentro del cuadro de un sistema de teoría construido sobre el supuesto del empleo total, la noción del in­terés como una recompensa por esperar o abstenerse es altamente plausible.


Si existen recursos sin emplear en gran escala, no hay nece­sidad obvia de pagar a la gente por abstenerse de consumir, esto es, por esperar a fin de que puedan dedicarse más recursos a la producción de bienes de capital (inversión). La manera obvia de producir más bienes de capital es poner en funcionamiento los recursos ociosos y no retirar recursos ya empleados en la produc­ción de bienes de consumo. En el punto en que se alcanza el empleo total o una aproximación al mismo, sería disparatado tra­tar de forzar o aun de inducir a la gente a desistir de consumir a fin de dejar libres recursos para que pudieran producirse más bienes de capital. De hecho, una reducción de la demanda de bienes de consumo es probable que disminuya el aliciente para producir bienes de capital si la reducción de la demanda de con­sumo representa un cambio de hábito por parte del público con­sumidor. Para explicar por qué se paga el interés se necesita algo distinto a una teoría de la espera o la preferencia temporal.

La explicación de Keynes es que el interés es un fenómeno puramente monetario, un pago por el uso de dinero. Esta visión del interés da al mismo tiempo una explicación del papel del di­nero en el sistema económico. La teoría monetaria del interés de Keynes reintegra el dinero a la teoría de la producción y del empleo para el conjunto de la economía. Aunque la teoría monetaria técnica queda en el fondo, se expli­ca el papel esencial del dinero en relación con la teoría del inte­rés. El tipo de interés es vital en relación con la inversión, y la inversión es la determinante estratégica del volumen del empleo, puesto que, según el principio de la demanda efectiva, el empleo no puede aumentar a no ser que haya un aumento en la inver­sión. Así, pues, la teoría monetaria se convierte en una parte esencial de la teoría económica general a causa de su relación con la teoría del interés, y la política monetaria se hace una parte vital de la política económica general.

La teoría del interés es al mismo tiempo una parte de la teoría del dinero, y la regu­lación del tipo de interés hay que realizarla a través de la regu­lación de la oferta de dinero. La regulación de la oferta de dinero es uno de los métodos más eficaces y menos censurables para la regulación de la producción y el empleo. El organismo regulador de la oferta de di­nero es la autoridad monetaria, en particular el sistema bancario central.

La política bancaria en el pasado ha dado como resultado con demasiada frecuencia una escasez de dinero cuando había nece­sidad de más dinero, y una superoferta cuando se necesitaba me­nos dinero. Lo primero contribuye al paro, y lo segundo, a la in­flación. Como la tendencia a largo plazo en el capitalismo pri­vado, en su estado actual de desarrollo, es, probablemente, hacia el paro más bien que hacia la inflación, Keynes concede especial atención a la necesidad de una política de dinero fácil. Al mismo tiempo, reconoce los peligros de inflación en los períodos de gue­rra y posguerra, y ha hecho destacadas proposiciones para hacer frente a tales situaciones. El significado funcional o práctico de la teoría del interés y el dinero, de Keynes, radica en la tesis de que el sistema bancario tiene la llave para la expansión del paro.

En un período de producción en expansión, una política bancaria que no permita un incre­mento suficiente de la oferta de dinero originará una elevación del tipo de interés, y de esta manera obstaculizará la expansión incipiente. Una política enérgica por parte de la autoridad monetaria puede hacer mucho para rebajar el tipo de interés a largo plazo a un nivel que estimulara la inversión en grado suficiente para cubrir la disparidad, siempre amenazante, entre la renta y el consumo.

La proposición de que el interés es un fenómeno monetario no constituye por sí misma una teoría del dinero ni del interés. Sin embargo, sí constituye un punto de partida para una teoría del interés que difiere fundamentalmente del pun­to de vista tradicional, que considera al interés como una recom­pensa por esperar. El interés es un fenómeno monetario en el sentido de que el tipo de interés está determinado por la deman­da y la oferta de dinero. El dinero se demanda porque es el único activo perfectamente líquido. Los que necesitan dinero por ra­zones personales y de negocios y no lo poseen están dispuestos a pagar un precio por su uso. Para que un poseedor de dinero re­nuncie a las ventajas inherentes a la propiedad del único activo perfectamente líquido, es preciso pagarle una recompensa. El in­terés es la recompensa que se paga por desprenderse de la liqui­dez o, en términos ligeramente diferentes, la recompensa por no atesorar. El tipo a que se paga el interés depende de la consis­tencia de la preferencia de liquidez en relación con la cantidad total de dinero disponible para satisfacer el deseo de liquidez. Cuanto más fuerte sea la preferencia de liquidez, más alto será el tipo de interés; cuanto mayor sea la cantidad de dinero, más bajo será el tipo de interés. Una disminución de la preferen­cia de liquidez tenderá a rebajar el tipo de interés, y una dis­minución de la cantidad de dinero tenderá a elevar el tipo de interés. El tipo de interés, como todo precio en un mercado li­bre, se establece a un nivel en que la demanda se equilibrará con la oferta disponible para satisfacer la demanda. En todo caso, un aumento en el deseo del público de tener numerario—un aumento en su preferencia de liquidez—puede ser sa­tisfecho mediante un aumento en el precio pagado (interés), o bien mediante un aumento en la cantidad disponible. Como el dinero no puede ser producido por el público, el resultado directo de un aumento de su deseo de dinero no será aumentar la cantidad disponible, sino aumentar el premio pagado a aquellos que se desprenden de sus reservas de numerario. Un aumento del tipo de interés significa que se paga una recompensa mayor por no atesorar, y aquellos que no se darían por satisfechos a no ser aumentando sus reservas de numerarios, quedarán satisfechos a consecuencia del premio más elevado que perciben por no ate­sorar numerario. Si el tipo de interés no se elevara cuando au­menta la preferencia de liquidez, la cantidad total de nume­rario que el público desearía tener al tipo existente de interés sería superior a la oferta disponible. Si el tipo de interés no dis­minuyese cuando desciende la preferencia de liquidez, habría un exceso de numerario que nadie querría tener. Así, pues, si el tipo de interés tiende a ser demasiado alto o demasiado bajo, tiene lugar un ajuste en el punto en que la demanda se iguala a la oferta disponible.

Como la cantidad de dinero es el otro factor que, juntamente con el estado de la preferencia de liquidez, determina el tipo de interés, es posible para la autoridad monetaria satisfacer un au­mento del deseo del público de tener dinero con un aumento efectivo en la oferta de dinero. Si el público quiere tener más dinero, la autoridad monetaria, y únicamente ella, puede darle lo que quiere. Si la cantidad de dinero aumenta en proporción al aumento de la preferencia de liquidez, el tipo de interés no se elevará como se eleva cuando la cantidad de dinero permanece inalterada y la preferencia de liquidez aumenta. Como el tipo de interés es uno de los codeterminantes de la inversión, y la inversión es la determinante principal del empleo, es fácil ver la importancia de la política monetaria para la determinación del volumen del empleo.

La relación entre el tipo de interés, la cantidad de dinero y la preferencia de liquidez puede ser representada por medio de un diagrama. La curva de la preferencia de liquidez aparecerá, pues, como una curva suave que desciende hacia la derecha a medida que aumenta la cantidad de dinero. Según el diagrama, es obvio que mayores cantidades de dinero irán asociadas a tipos más bajos de interés en tanto que permanezca sin alteración la curva de la preferencia de liquidez.

El interés aparece en el mercado en forma de una recompensa pagada a un poseedor de riqueza que renuncia a su disposición sobre el dinero a cambio de un crédito, por ejemplo, una obliga­ción, un pagaré o una cédula hipotecaria, por un período deter­minado de tiempo. El tipo de recompensa por unidad de tiempo difiere en los créditos de distintos plazos de duración. Así, ha­brá un tipo de interés para los préstamos a la vista, otro tipo para los préstamos, así como para distintos plazos. Aun­que estos tipos difieren en cuantía, son todos de la misma especie.

En las exposiciones de la teoría del interés es conveniente ha­blar del tipo de interés, sin referencia a los créditos de ningún vencimiento particular. Esta simplificación no debe ocultar el he­cho de que lo que realmente existe en el mercado del dinero es un complejo de tipos de interés. A veces es conveniente distin­guir el tipo de interés a corto plazo que se paga por los préstamos de los bancos comerciales, del tipo a largo plazo que se paga por las obligaciones. En la teoría general del empleo, de Keynes, el papel importante desempeñado por la inversión real en bienes de capital duraderos hace de importancia primordial el tipo de interés por préstamos a largo plazo, utilizados para finan­ciar tales inversiones. Las fluctuaciones del tipo de interés a lar­go plazo se reflejan en variaciones en el precio de las obligaciones en los mercados de valores. A medida que se eleva en el mercado el precio de las obligaciones ya suscritas, bajo el tipo efectivo de interés, y a medida que baja el precio de las obligaciones, se eleva el tipo de interés.

Así, pues, pue­den manifestarse señales de las variaciones que surgen en el tipo de interés, a consecuencia de variaciones en el estado de la pre­ferencia de liquidez o de la oferta de dinero, en forma de fluc­tuaciones en el precio de las obligaciones en los mercados or­ganizados de valores. Un descenso en la preferencia de liqui­dez se refleja en una avidez por parte del público para adquirir obligaciones a los precios corrientes, empujando así al alza a los precios de las obligaciones y disminuyendo el tipo de interés. Un aumento en la preferencia de liquidez se refleja en una avi­dez del público por vender obligaciones a fin de obtener nu­merario. En una Bolsa de vendedores, el precio de las obligacio­nes baja y el tipo de interés sube. La autoridad monetaria puede aumentar la oferta de dinero y evitar así la subida del tipo de Interés, adquiriendo los valores que el público desea vender al precio corriente de la Bolsa. Cuando la autoridad monetaria paga sus adquisiciones con dinero nuevo, aumenta la oferta de dinero e impide una elevación del tipo de interés.



Fuente: Dudley Dillard-Teoria de la tasa de interés.


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