Concursos de Belleza. ¿Felicidad y Fama?

Cualquiera que ve a esas hermosas jovencitas desfilando con sonrisas deslumbrantes, largas piernas y radiante juventud, podría pensar que el título es un logro y una fuente de fama mundial, riqueza y felicidad. Pero la historia demuestra que no siempre es así: por ejemplo, en 1993, durante el sitio de la ciudad de Sarajevo en la Guerra de Bosnia, se organizó un certamen de belleza en un sótano de la ciudad, como protesta a los ataques de los francotiradores serbios a la población civil. Las participantes desfilaron con una pancarta con la leyenda: “No dejen que nos maten”. Inela Nogic fue coronada como Miss Sarajevo, y logró fama mundial al convertirse en símbolo de la resistencia de la ciudad.


Por otro lado, están los concursos infantiles. La idea de los concursos del Niño Más Hermoso del Mundo empezó a circular en ciudades de los Estados Unidos desde los años 30, y fue en la década de los 60 que dio inicio el certamen Little Miss America, en Nueva Jersey; originalmente, concursaban adolescentes de entre 13 y 17 años, pero, en 1964, el gran aforo de participantes obligó a la división de edades. Al día de hoy, existen alrededor de 25 mil concursos de belleza infantil (que, además, son un lucrativo negocio de alrededor de mil millones de dólares anuales).

Sin embargo, la muerte de Jon Benet Patricia Ramsey, con seis años de edad (una de las páginas más oscuras en el mundo de la belleza) atrajo la atención mundial en torno a los certámenes infantiles y puso en tela de juicio la ética de los padres al permitir (o a veces forzar) a sus niños a participar en los concursos por mero interés económico. Y cualquiera que haya visto emisiones de TV como ‘Toddlers and Tiaras’ (Princesitas en español) puede darse cuenta de que detrás de los tintes, peinados, maquillajes, depilaciones, implantes y tacones que deforman la naturaleza infantil de las participantes, existen mentes aún más deformadas por la obsesión del ideal de la belleza física, que termina, muchas veces, en monstruosos resultados.


Fuente:
Por Anabel Pérez y Francisco Masse en Revista Algarabía No. 88 Enero 2012, p. 70 – 71.








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