Ecos de vida.
Las condiciones de altitud, temperatura y humedad hicieron que las ciénagas del alto Lerma sustentaran durante miles de años, un ambiente rebosante de vida. Así se favoreció el desarrollo, aparición y recepción estacional de especies únicas. Plantas, peces, anfibios, reptiles, aves, mamíferos y microorganismos hicieron de esa región un ecosistema singular en el mundo. Este entorno facilitó los asentamientos humanos desde por lo menos 3,000 años permaneciendo en relativa armonía con el medio hasta hace pocas décadas.